El río La Muera ha alimentado las explotaciones de Salinas de Añana desde antiguo hasta hoy. La sal, valorada como un tesoro en la antigüedad por sus propiedades conservantes, se convirtió en el elemento en torno al que se articuló la vida de las gentes de la región y actualmente constituye el elemento más pintoresco del valle. Sus terrazas, blanquecinas por los cristales de sal, constituyen un espectáculo de gran interés. No lejos de este enclave,encontramos el Lago de Caicedo-Yuso, considerado como uno de los humedales de mayor entidad de Álava, contando con una gran variedad avifaunística e incluido en el Convenio de Ramsar.
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